sábado, 12 de abril de 2014

COMO UN TRUCO DE MAGIA.
Para mi primo, por la magia que procede
de la positividad que desprende.

"Felicidad: Estado de plena satisfacción material y espiritual."

Antes me gustaba pensar que el mundo no era redondo, me gustaba imaginarme un planeta que cambiase de forma constante, para que pudiese encontrar la felicidad en cada esquina escondida en los lugares más remotos de la Tierra.

Antes me gustaba pensar que la felicidad se encontraba en los pequeños detalles, en los buenos momentos y que se ocultaba en las esquinas más inesperadas o en los portales más oscuros, para que no la encontrásemos tan fácilmente.
Lo que nunca pensé, fue que la felicidad no se busca. Que los pequeños detalles son los que se encuentran en nosotros, al igual que los buenos momentos son creados por uno mismo. Que nosotros somos los que vamos a las esquinas más inesperadas y a los portales más oscuros para escondernos, a la vez que deseamos ser avistados por dicho estado.

Nunca pensé  que la felicidad podría residir en cada uno de nosotros como una simple característica, que en ocasiones no quiere salir a la luz, pero que en otras, no tiene reparo en florecer y en abrir sus pétalos hasta llegar a rosa; que no se hace esquiva y nos busca sin cesar hasta que nos encuentra y nos hace ver el mundo con todos y cada uno de sus colores, como el arcoíris tras los edificios después de un día de lluvia.

Como una canción que te hace aligerar el paso y encender la energía encerrada en el pecho hasta dejarla estallar en miles de detalles.
Como una baraja de cartas de póker en las manos de un mago, esperando su turno para sacar un as de su manga y maravillar  a un público lleno de ilusión.
Como el estado de hipnosis que te produce la cercanía de un ser querido en una pequeña plaza, tras la tranquilidad del sonido del agua corriendo río abajo.
Como el suave mecer de un paseo en góndola por las galles de Venecia.
Como una foto que te hace sonreír.
Como la risa.
Como el olor de las páginas de un libro antiguo.
Como el abrazo de mamá tras una larga temporada fuera de casa.
Como el sonido de las teclas de una máquina de escribir impactando sobre un folio en blanco, esperando para abarcar todos los sueños y emociones de alguien que quiere dejarlos plasmados en él.
Como un rayo de sol escapando entre las ramas de un árbol.
Como el sonido de unos dedos golpeando suavemente las teclas de un piano de cola, o pellizcando con dulzura las cuerdas de una guitarra.
Como un beso.
Como una película que te haga llorar.
Como hacer un regalo sin ningún motivo.
Como las primeras palabras de un niño...

Como un perfecto truco de magia, capaz de llegar a lo más profundo de cada uno de nosotros e introducir en nuestro interior el sentimiento que nos hace ser capaces de todo.