viernes, 11 de octubre de 2013

MI MUNDO DE PAPEL

Vas a esperar un tren.
Un tren que te llevará lejos, a un mundo de papel.
Un mundo con el rostro de la Luna y los cabellos de un pincel.
Yo no poseo armadura que reluzca al rozarla con los rayos del Sol. No tengo pintura para colorear un castillo de grandes murallas donde habiten dragones.
Ni siquiera tengo conceptos para crear un mundo dónde puedas perderte entre mis palabras y contar las páginas.
Pero si quieres, puedo darte un folio que te diga que estás esperando un tren que te llevará lejos.
Puedo escribir la sutil descripción de una gárgola gris de piedra sobre un edificio importante y darle vida. Pintarle alas, hacerla volar sobre una ciudad infectada de magia.
Puedo ser el monstruo de debajo de la cama y salir de aquel oscuro lugar para mostrar a una sociedad opuesta que los monstruos no tienen otra forma que la de un ser humano.
Puedo describirte una locomotora negra y compararla con tu pelo. Decir que tiene bordes dorados y que el humo que se escapa de su chimenea se escapa entre los bordes de mis palabras. Escribir que sus ventanas, totalmente cubiertas de niebla y sueños, están alineadas rodeando cada uno de los vagones unidos a la locomotora.
Puedo decirte que ese es el tren que estás esperando, aunque tú hayas dejado volar tu imaginación y te hayas dibujado en tú mente algo totalmente distinto.

Puedo hacerlo, en un mundo de papel.

En mi mundo de papel.

Puedo ser la efímera lluvia escapando de los brazos de las nubes grisaceas y precipitarme hacia la tierra, mojándola y desprendiéndola de su perfume hasta hacerse barro.
Puedo decirte que el barro, lejos de la lente de una cámara fotográfica, es una taza de café humeante que reposa al lado de mi máquina de escribir y compararla con el color de tus ojos.
Puedo hacerte un mundo de papel y entregártelo en una simple libreta roja, decir que es un mundo y compararlo contigo.
O simplemente puedo escribir los versos más tristes esta noche, aunque no soy Pablo Neruda.

No puedo darte una vida digna de una película dirigida por Nicholas Sparks, donde todo esté regido por la perfección y el orden; pero puedo darte un guión con muchos fallos y sacarte una sonrisa haciendo sonar una cajita de música.
No recito poemas al balcón de nadie, ni quiero subirte a un elefante de tres metros y cantar las letras de Elton John, pero puedo hacer como en Desayuno con diamantes y simplemente escribirte algo y darte un beso mientras andamos por la calle en vez de esperar a que llueva para hacerlo y que quede peliculero e incierto a los ojos de quien no le importa.
Podría dedicarte canciones con una guitarra acústica o subir el volumen de una radio antigua bajo tu ventana, pero no voy a hacerlo, por el simple hecho de que ni sé tocar la guitarra, ni tengo una radio antigua, ni me apetece deleitarte con otra cosa que no sean cosas que me guste hacer.

Esto no es un cuento cualquiera.

No es un mundo que pueda verse ni visitar a menos que yo no quiera y tú estés dispuesta.
Esto no es una historia de cualquier fantasía dentro de mis sueños.
Esto, tan sólo son simples palabras que te dicen que soy incapaz de muchas cosas, capaz de otras y que te obligan a imaginar un andén dónde esperar un tren de color negro, que he comparado con tu pelo.
Esto tan sólo son letras alineadas que intentan cobrar algún sentido, y te dicen que esto no es un cuento cualquiera.

Bienvenida a mi mundo de papel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario