martes, 9 de abril de 2013


CAMINOS SOBRE MI PIEL

Los párpados me pesan por el sueño. Despierto y los abro poco a poco para evitar que la luz del día me dañe la vista.

No quiero salir de la cama. No quiero abandonar los sueños. No quiero entrar en la monotonía.

El tiempo se me clava como cuchillas sobre la piel, con grietas limpias y cuidadosas que evitan sangrar, pero causan más dolor que cualquier grieta profunda.

La habitación da vueltas, mientras mi figura oscurecida mira a la nada, sentada en el suelo y en silencio.

Me arden las manos de odio. De odio a un mundo que yo misma creé. De odio hacia un mundo hecho a medida que comienzo a destruir... que comienza a hacerse añicos, a reducirse a cenizas.
Los árboles se alzan denigrantes ante un bosque carbonizado por hojas en blanco. Las carreteras se cruzan y siempre acaban en un punto concreto y paralelo. La lluvia quema los llanos prados de una mirada cansada de respirar. Las garras del viento ocultan las luces del día y el aura blanquecina de una Luna exhausta de permanecer en un cielo por el que nunca viaja el sol.

El mar de angustia se cuela entre las carreteras y las llena de odio y tristeza.

Abre los ojos...
La luz se cuela entre los pliegues de mis manos...
La lluvia aún se escucha, impactando sobre el pavimento del mar de caminos sobre mi piel.

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